Pr. Alexis Romero Departamental

Material de Mayordomía para el Año 2024

Filosofía

La mayordomía es el estilo de vida de alguien que acepta el señorío de Cristo y forma una sociedad con Dios, actuando como su agente en el manejo de sus asuntos aquí en la tierra. La mayordomía dio comienzo con el acto de crear a Adán y Eva a su propia imagen. Con su toque personal, Dios estableció una íntima relación y unión con la humanidad, que debían ser fomentadas en la intimidad del tiempo pasado juntos. Este concepto de imagen e intimidad compartidas es fundamental en la comprensión del espíritu y dinámicas de la mayordomía bíblica.

Dios colocó a Adán y Eva como señor de toda la tierra (Gén. 1: 26-28). A través de este acto, Dios los hizo sus socios sobre la creación -colocando al mundo entero a su cargo, compartiendo con él su gobierno. Fue en Edén donde los seres humanos se hicieron mayordomos por primera vez y actuaron como agentes de Dios en la tierra. En este sentido, Dios estableció una relación de interdependencia con la humanidad. Este asombroso concepto de dependencia de Dios con respecto a la humanidad, es crucial en nuestra aceptación de nuestra completa dependencia de él.

Cuando el pecado entró en el mundo, destrozó y distorsionó la creación de Dios y separó a la humanidad de Dios. Se rompió la unidad con Dios, la imagen de Dios quedó desfigurada, hubo que entregarse el gobierno compartido y se convirtió esta tierra en dominio del pecado. 

En Jesucristo, Dios restauró la relación divino humana y restableció su reino en la tierra. De esta manera, el evangelio provee reconciliación entre Dios y la humanidad. Cristo llegó a ser el segundo Adán, recuperando nuevamente la mayordomía perdida por parte de la humanidad. La mayordomía comienza actualmente con el reconocimiento de la soberanía de Dios como Creador, Redentor, Sustentador y Propietario.

A través de la encarnación, Cristo se identifica completamente a sí mismo con la humanidad. La intimidad compartida de Dios con la humanidad es personificada en Jesucristo, el Dios Hombre. Su vida y muerte forman la base de una relación renovada con Dios. A través del ministerio del Espíritu Santo, la presencia viviente de Jesús restaura la realidad de una intimidad compartida entre Dios y el hombre.

Como mayordomo modelo, Jesucristo demostró el estilo de vida de la persona en unión con Dios. A través de su ministerio en el cielo, Cristo entroniza a la humanidad juntamente con él (Efe. 2:6) y renueva el consorcio entre la humanidad y Dios. En esta sociedad entre ambos, el agente humano funciona como regente bajo la autoridad de Dios. Cuando se le permite a Dios vivir en el trono de la vida de la persona, Dios eleva al creyente para sentarlo con él en su trono.

Todo el poder del cielo está disponible para ayudar a los mayordomos de Dios en su vida diaria. Parte del proceso de la redención es la restauración de la imagen de Dios en la humanidad. Aun cuando no se complete antes de la segunda venida de Cristo, el proceso comienza aquí en la tierra. El Espíritu Santo trae la prometida presencia de Cristo a la vida del creyente (Juan 14:16-20) y comienza una nueva creación. (2 Cor. 5:17). La humanidad pecadora, salvada por gracia, comparte una vez más la imagen de Dios (2 Ped. 1:4). A través del poder del Cristo viviente, el creyente que acepta el regalo está nuevamente en completa unión con Dios.

Mientras el creyente está entronizado por Dios en los lugares celestiales con Cristo, el creyente depende totalmente de él en cada aspecto de su vida. Y sin embargo, Dios depende también de la humanidad. Él ha elegido depender de sus creyentes como demostración máxima de su poder y carácter ante el mundo. Le confía a la humanidad esa completa relación en unión con él. Esta renovada interdependencia entre el creyente y Dios provee el modelo para las relaciones con otros seres humanos. La dimensión corporativa de la iglesia como cuerpo de Cristo, y con él a la cabeza, refleja el máximo nivel de consorcio o mayordomía. Cada parte del cuerpo, individualmente o como grupo, crece y madura a través de la interdependencia. En esa interdependencia con Dios, los miembros de su cuerpo son también mutuamente interdependientes. Al principio, la persona o aun el grupo corporativo es totalmente dependiente del resto del cuerpo. Con el crecimiento y la maduración, se va haciendo fuerte hasta que el individuo o el grupo es capaz de contribuir al cuerpo como un todo. La mayordomía es un importante ministerio que fomenta este crecimiento en la interdependencia.

A través de la senda del discipulado, los mayordomos reconocen el señorío de Dios y le entregan cada área de su vida. El discipulado (dirigir la vida entera hacia Dios) tiene lugar bajo la guía del Espíritu Santo, al recrear en el creyente la imagen de Dios. La mayordomía fiel es el estilo de vida cristiano y el resultado gozoso de una relación personal de seguridad en Cristo.

Los asuntos relacionados con el tiempo y el dinero son esenciales en la mayordomía, porque constituyen las dos dimensiones más fluidas de la existencia. El manejo de esas dos áreas refleja e influye más rápidamente en la vida espiritual de la persona. Dios creó el sábado como el acto de coronación de la semana de la creación. Le pidió a la humanidad que descansara y lo adorara a él antes de hacer cualquier otra cosa, como señal de que la humanidad lo aceptaba a él como su Creador y Soberano. Dios estableció el sistema de diezmos y ofrendas con el mismo propósito.

Adoramos a Dios y lo reconocemos como Señor a través del diezmo. Reconocemos que todo lo que somos le pertenece a Dios. Dios pide que se le de prioridad tanto en materia de tiempo, como en relación a nuestras posesiones materiales, como señal de que el creyente acepta la relación de pacto con Dios. Dios invita entonces al individuo a vivir el resto de su vida en consorcio con él.

De esta manera, la mayordomía tiene que ver con cada área de la vida de una persona e iglesia. Provee el fundamento y la motivación para el ministerio y la testificación. El vivir en sociedad con Dios modela las prioridades y enfoque. Mientras los creyentes crecen en esa relación de consorcio, el Espíritu Santo los guía a proveer el apoyo financiero para la iglesia como cuerpo de Cristo.

La misión del Departamento de Mayordomía es enfatizar el señorío de Jesucristo, incrementar la integración del evangelio en el estilo de vida cristiano, animar a los creyentes a una mayordomía fiel y facilitar las dimensiones individuales, de liderazgo y corporativas de la mayordomía, como socios con Dios.

Propósito y Función

El Departamento de Mayordomía ayuda a la administración a cumplir la misión de la iglesia a través del entrenamiento en liderazgo y la educación de los miembros de iglesia con respecto a los principios de mayordomía. Más específicamente, el propósito del Departamento de Mayordomía es ayudar en la integración de la senda de fe cristiana en cada área de la vida, tanto individual como corporativamente.

Las funciones del Departamento de Mayordomía son:

Áreas de Énfasis

El Departamento de Mayordomía enfoca su atención en las siguientes áreas de énfasis al cumplir su propósito y misión: